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Archive for marzo 2011

Tienes que ver esto!

Tras la vuelta de RCTV al aire, la televisión volvía a parecerse un poco, en ambiente, a lo que era entre mediados de los 80s y mediados de los 90s; Algo parecido a la calidad.

Existía entonces un programa de concursos en RCTV que se trasmitía los sábados a la hora que en VeneVisión comenzaba Sábado Sensacional; No puedo recordar el nombre de mencionado programa, pero la temática era obscura, tenían un animador que no era de estos animadores jóvenes que surgieron a finales de los 90, era más bien como un intermedio entre Gilberto Correa, Daniel Sarcos y Winston Vallenilla, también contaba con público, un foro decente, pero la mitad del que tenía Sábado Sensacional, y el escenario parecía un rebirth de Aprieta y Gana.

Pero lo más curioso de esta configuración, es que no el concurso no transcurría dentro del estudio, rimbombante de luces, sonidos, público alegre. El concurso transcurría en la calle.

Aleatoriamente se seleccionaba a una persona de la población activa, para que fuese el concursante, y para ganar tenía que sobrevivir hasta las 8pm la persecución de 2 policías por toda la ciudad y esta vez me tocó ser el protagonista.

Yo venía de visitar un parque acuático que quedaba en el centro de la ciudad cuando a eso de las 5pm (hora en que empezaba el programa) fui avisado del nombramiento, aún estaba yo en la calle, y de hecho, estaba cerca del canal (se habían mudado, ahora quedaban como por Santa Mónica) desde la cuadra podía divisar unas pantallas gigantes apostadas en las paredes de la torre, en las que se mostraba la programación en vivo, efectivamente el público estaba allí, alegre, rebosante, el animador casi señalándome, mientras que veía al sol ya cayendo, eran casi las 6pm.

No me había preguntado algo crucial: Qué harían estos policías al encontrarme? me arrestarían? me dispararían? perdería el juego, eso sí. Por otra parte tampoco estaba seguro de cuál era el premio si lograba vencer.

Algo que recordé en el último momento fue que en esta ocasión los policías irían encubiertos, vestidos de civil.

Di un par de vueltas a la manzana.

Cuando iba a comenzar la tercera, ya se habían encendido las luces del alumbrado público, también se consumó la aparición de un par de personajes que me empezaron a seguir a lo (relativamente) lejos. Mis pasos…trataba de contener la calma, sabía que estas calles solían estar siempre con poco tránsito peatonal y por eso las elegí para mantenerme a salvo de los policías.

Llegué a una parte de la manzana, ya casi en el último tercio de la tercera vuelta que le daba a la cuadra, en la que el alumbrado público no se había encendido, por ende los perdí de vista y no podía oir más sus pasos…

Cuando regresé a la parte iluminada, ya iniciando la cuarta vuelta, los vi yaciendo en el suelo, con impactos de bala, pero ya no salía sangre. Con horror miraba la escena, preguntándome qué rayos habrá sucedido, en eso comienzo a oír sirenas y patrullas aproximándose, lo cual no era para nada bueno, partí a toda velocidad hacia el canal, apenas para ocultarme.

Sin mayor novedad transcurrió toda la noche e inició entonces el día siguiente, los pajaritos cantaban y la luz del sol brillaba resplandeciente. Me acerqué de nuevo al lugar donde estaban los dos cuerpos de esos sujetos que anoche me seguían, no encontré nada, cuando busqué huellas de violencia, rastros de sangre o algo así, me fue imposible.

Mi celular comienza a sonar, era Eudis, quien al contestarle exclama con regocijo:

Ya me mudé! este lugar está welcomest! Tienes que ver esto! Tienes que venir a ver cómo se ve el mar desde aquí!

Entonces partí sin demora a su nueva morada. Pasó a establecerse en una casa de playa en Puerto La Cruz, cuando llegué era poco antes de mediodía, el sol radiante, la casa pintada de blanco, pocos pisos, pocos muebles, pero harto espaciosa. Eudis amablemente me enseña el camino al balcón, en el cual era abierto…

Mira cómo se ven las olas! –exclamó-

Nadie me avisó que iría a ver el terror en mis ojos…Las “olas”, como ella las llamaba, eran “monstruos” salados que se erigían a 8 metros de altura (casi 9), al ver las olas pasar y la gente tan tranquila observando aquel salvaje oleaje, no supe qué pensar. Eran verdaderos Tsunamis.

Sentí mi ser viajar desde el balcón hasta la cresta de la ola, como si hubiera aceptado una invitación de ella, como si ella estuviera desesperada por mostrarme todo su tamaño, su poderío, los cuales no eran precisamente reales, porque este tsunami no llegaba a arrastrar nada ni a arruinar tierra firme, se apagaba justo antes de llegar a la orilla, pero se veía inmenso desde la costa.

Detrás de la cresta y en bajada, daba la impresión de dejar un impresionante hueco en el cual se acabaría el mundo conocido si cayeres en él. No soportando más la visión apocalíptica de estar perdido en el océano, me presté a regresar al balcón, a regresar a mi, a volver en sí.

Antes de regresar a Caracas, paseamos un rato por Puerto La Cruz, no había mucho que ver; aparte de los hoteles y casas de playa, la ciudad en sí era muy modesta, con poca gente aparte de los temporadistas y vacacionistas, así que no fueron muchas cuadras las que se recorrieron hasta llegar a un parque, que tenía varias “canchas” de beisbol, para que los infantes practicaran el deporte.

Vi entonces un niño con aspecto de niño gringo, que con dos amigos más practicaba bateo. Entonces volteé la vista hacia la avenida y me hallé en la avenida Francisco de Miranda, volteé de nuevo a ver si realmente estaba allí, y el parque de beisbol cedió su lugar al parque del este.

Había regresado a casa.

 

~Fin~

todo lo anterior es ficción, lo soñé antes del tsunami que ocurrió en Nihon.

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