Época de lluvias; época de inundaciones, y rapidamente los transporto hasta estas que son las calles donde los sábados de mi niñez transcurrian, en La California Sur.
Podias caminar solo a cualquier hora, a 3 cuadras yendo hacia el sur estaba el rio Guaire, a tres cuadras yendo hacia el norte estaba la avenida Francisco Fajardo, que por cierto, id a saber quien rayos era Francisco Fajardo, le nombramos a diario sin embargo ninguno sabe quien será. Habian algunas quintas abandonadas, un abasto en la esquina, trafico casi inexistente y un parque gigantesco, entre algunos arboles de pino y palmeras surcaban las raíces rompiendo la acera, pero es hora de volver a la realidad.
Y es que está lloviendo, estoy perdido en una esquina, desorientado a pesar que ya conozco este lugar desde niño, las alcantarillas están taponadas y por ende el agua se estanca, es marrón, y de alguna forma tengo que salir de aquí, de alguna forma he de saltar este gran charco que da de una manzana a otra…
Sin mucha concentración logré llegar hasta la manzana de enfrente y logré entonces un tercio del camino pautado para salir de este infierno climatológico, pero más adelante miro con terror que cerca de las charcas que se formaron hay cocodrilos, caimanes hambrientos esperando que alguien pase por allí, y una palmeta caida estorbando en todo el medio del callejón, de alguna forma debo cruzar esto…
Entonces paró en la esquina un malibú ranchera de los antiguos, color verde manzana, era el antiguo buen transporte de la Sra. Nelly; afloran entonces recuerdos de la infancia en primaria, el transporte escolar particular que todo niño desearía tener. El malibú se acerca y choca contra la palmera, lo cual no llama mucho la atención de los cocodrilos, excepto que entonces utilizo el techo del transporte para cruzar el charco y burlar a los cocodrilos por unos cuantos metros al menos, estos me dan cacería pero no son tan veloces y logro entonces dar vuelta a la esquina y pasar a un lugar donde el clima no ha hecho tantos estragos.
La Sra. Nelly por algun motivo había enloquecido. Cargaba como si se tratara de un alumno, un pasajero en el asiento de atras, y se trataba de un cocodrilo.
Caminando llegué a la manzana siguiente, que estaba seca, funcionaban allí un par de talleres mecánicos, y una fuente de soda, allí me esperaban con un clima que se asemejaba al del lejano oeste, quería liberarme de la suciedad y relajarme tomando un baño, pero aun no llegaba el agua al baño de la fuente de soda.