Chacao, pais de Disips corruptos, de un alcalde corrupto, una reproducción del pais pero en chiquito. Dije país, no municipio.
Ese día, yo, junto a mi amigo Alex intentamos asesinar a algunos corruptos que vivían en dicho país, pero éstos ya lo sabían, aún así lo intentamos, circulando íbamos libremente por las calles del municipio…
Había una parada de microbuses en especial, donde me vinieron a la mente un par de recuerdos, uno en donde intenté robar algo que había dentro del vehículo del papá de un amigo y fui descubierto y perdonado, dando continuidad a mi vida, y en otra ocasión avisté al planeta Jupiter, desde donde venían unas naves espaciales a SurAmérica a robarse a todas las madres.
Qué tiempos aquellos, pero esta era la realidad aquel día; íbamos ajusticiando con rabia por las avenidas, plazas, era de día y no había tanta gente transitando, era como un filme de acción tanto en la Av. Fco Miranda como en las aledañas, lástima que en un descuido mi amigo Alex tuvo que sufrir la pérdida de su hijo, en ese momento decidí alejarme del sitio pensando “espero que a él no le hayan matado a su hijo”, porque si no entonces sabrá cómo se siente perder a alguien y con certeza no le gustará, me queda caminar por las calles guardando el arma y oyendo los rumores, negándolo y simulando que no lo conozco.
Adentrándome un poco en el municipio de al lado, por la altura de Venevisión, intenté llegar a Mérida, para qué? no lo sé.
Así es, en Caracas hay un río el doble de angosto que el Guaire, el cual si lo seguís, lleva y llega hasta el estado Mérida, pues quizás por aburrimiento decidí cruzarlo, pasar de una ribera a la otra por medio de unos cables colgantes dispuestos para ello, no, no tipo Tarzán, más como un andamio de guerra.
En el camino había una mujer, una señora ya pero una señora joven, llamada Maria Gabriela, ella tenía una hija de la cual me contaba pero que al parecer se marchó de casa y no en muy buenos términos, ella quedó sola parece, manejaba un Locatel en la ribera del río y aparte tenía su casa, y daba consejos.
Maria Gabriela era esbelta, catira, con ojos más o menos claros y blanca, y con una voz cautivadora, estando en su casa se acerca una mujer mendigo y ella le da comida. Comienza a anochecer y yo tengo ganas de preguntarle a Maria Gabriela acerca de una forma de llegar a Mérida que no implique caer en el Orinoco (ambos ríos se enlazaban), me indicó dos, una yendo por su Locatel, y la otra por la avenida contraria, en ambas me guió pero en la primera fracasé dado que era casi de noche y comenzaba a llover, aumentaba el riesgo de caer al rio y desaparecer, entonces fuimos por la avenida contraria, la misma era una subida caprichosa, por la cual pasaban varios chicos guapos que se depilaban las piernas, una vista molesta.
Deslizarse por un barranco unos metros más adelante y en segundos estaría en Mérida, me deslicé con otros chicos de la calle, cuidando de no tropezarme con los celulares que habian robado y dejado tirados en el piso. Una vez llegado era de noche, pero ya casi de día siguiente también.
En esto me dieron ganas de cambiar de rumbo y dirigirme a Rio de Janeiro, hay dos caminos; uno me lleva a Rio de Janeiro y otro a Uruguay, el que me lleva a Rio tiene un puesto vigilado con unos niños de favela.
Como subir las escaleras de un barrio, intenté pasar por la alcabala, los niños me detienen y me piden identificarme, luego tratan de robar mi dinero y trato de impedirlo pero de alguna forma u otra logran conseguirlo, como magia.
Finalmente en Rio de Janeiro, recuerdo que tenía que mandarle un mensaje a alguien y lo había olvidado…
~Fin~
Todo lo anterior es ficción.